/MOLESTIAS, DIFICULTADES, REVISION Y OTRAS YERBAS CONTRA LOS EMPRENDEDORES

MOLESTIAS, DIFICULTADES, REVISION Y OTRAS YERBAS CONTRA LOS EMPRENDEDORES

MOLESTIAS, DIFICULTADES, REVISIÓN Y OTRAS YERBAS CONTRA LOS EMPRENDEDORES

            La Cámara de Senadores acaba de sancionar un proyecto de Ley propiciado por Oscar Isidro Parrilli, para revisar las Sociedades por Acciones Simplificadas, norma sancionada durante la gestión de Mauricio Macri y símbolo emblemático de las facilidades para emprender actividades de realizaciones individuales,  con la mayor premura, menores formas societarias, practicidad y sencillez en los trámites.

            Una vez más, sumando obstrucciones, el oficialismo emprende su consistente enfrentamiento a todas las manifestaciones que promuevan las iniciativas privadas.

            El otrora miembro informante del entonces proyecto oficial de Menem, de privatización de YPF, el 23/9/1992, por aquellos tiempos, diputado Oscar I. Parrilli, ahora se transfigura en ilustre combatiente de la causa que libra su ira contra el capital y embestido de la toga senatorial, urgido en su desmemoria, invierte los planteos y acomete con ínfulas estatistas, como el mejor y más pintado revolucionario.

            El travestismo político propicia actualmente la furia antiliberal.

            Oportunidades de la nueva empresa, para la dirigencia de siempre, que muta en los extremos sin escalas, ni intermediarios. 

            Delicias populistas que se visten según las circunstancias y las oportunidades, siempre acompañadas de una gesta revolucionaria y heroica.

            Hay que regular, controlar y para ello nada mejor que la creación de un Registro Especial de Emprendedores.

            El Estado omnipresente debe vigilar e inspeccionar por la ventura social, los negocios y las ideas de quienes emprenden por sus propios riesgos, méritos y decisiones.

            Noticia propicia para mudar las aventuras empresariales a la otra orilla del Plata, donde privan los pensamientos contrapuestos, de promoción, estímulos e incentivos para la actividad privada.

            Del mismo modo, la progresista iniciativa, propende a suspender por seis meses la constitución de las SAS, pudiendo declararse nulas las creadas desde el año 2017, ya que son las supuestas sombras del narcotráfico y demás cometidos marginales.

            Nada de descentralizar los trámites y localizar en el interior los esfuerzos y el desarrollo.

            Todos deben venir a Buenos Aires, para anotarse en el Registro central y, de paso, limitan las facultades provinciales en materia societaria.

            La Inspección General de Justicia, tendrá mas caja, ampliando las tasas por cobrar.

            Limitaciones para las pymes, pero fundamentalmente para las “startups”, término neoliberal que merece castigo y reproche por el estigma de su concepción maligna de origen.

            Vuelven los expedientes administrativos y el papel, ya que se deja sin efecto el método de GDE (Gestión Documental Electrónica), que permite la digitalización integral del trámite y la necesidad de volver a realizar todo lo despachado con firma electrónica.

            Todo sea por la lucha encarnizada que lleva adelante el gobierno en su cruzada contra el narcotráfico y el lavado de activos.

            Los fundamentos son una burla para el sentido común y la inteligencia de los argentinos.

            Curiosa y simpática contradicción, en una dirigencia, que siguiendo las enseñanzas de Néstor, ha hecho carne el criterio de hacer dinero para hacer política y hacer política para hacer dinero.

La falta de memoria permite la encarnación de las costumbres y la reiteración de las conductas tradicionales, sin culpas y con descaro.

            Las estrellas que acuden a la forma societaria atacada por el inefable Senador, paciente, sufrido y obediente escudero de Cristina, son las “Startup”, empresas en sus inicios, que propician algún negocio que escala rápidamente, haciendo uso de tecnologías digitales.

            Los principales gigantes mundiales se iniciaron bajo dicho ropaje y en Latinoamérica los auspiciantes protectores de dicho medio empresario son México, Uruguay y Paraguay.

            Las SAS son el marco conceptual de un modelo de desarrollo que pone el acento en la actividad privada, en las iniciativas de los emprendedores, que tutela, incentiva y protege el esfuerzo individual.

            Adiós a la simplicidad en la constitución, la gestión y en la vida diaria mercantil.

            Fin para un sistema, mayoritario a nivel global, con sociedades sencillas, eficiente, transparente, práctico, simple y menos burocrático.

            Consecuente con las restricciones a la actividad privada, intervención y control estatal, llega la limitación del potencial de las SAS, regulación de las iniciativas privadas, e intervención del burócrata.

            Cúmulos de nuevos obstáculos y restricciones para limitar la actividad mercantil y emprendedora.

            Dificultades para los nuevos emprendimientos.

            A los tres años de implementar las SAS, damos otro crudo ejemplo de inestabilidad para los negocios y las inversiones.

            Siempre al margen de la previsibilidad, libre disponibilidad del capital y seguridad jurídica.

            Buenas noticias para Uruguay, cálido y afectuoso receptor de nuestros desvaríos y gestiones desafortunadas, ya que las empresas emergentes, de reciente creación, innovadoras, con base tecnológica y capacidad de crecimiento, buscarán nuevos rumbos para florecer sin la abusiva invasión estatal.

            Los cordobeses, ámbito de notable proliferación de “startups”, tendrán nuevos motivos para renegar contra el relato oficial.

            En la ciudad de Buenos Aires la Inspección General de Justicia ya había frenado las SAS, que representaban el 60% de las nuevas empresas creadas, decisión que se encuentra controvertida en la justicia.

            Porteños y cordobeses son los más castigados con las futuras prohibiciones.

            Tendrán que modificar sus conductas y fundamentalmente los modos de expresarse, para evitar las iniciativas penosas del obediente Senador.

            Al fin y al cabo cargan con las culpas de no haber aprendido a votar como pretende la Jefa.