/EL MINISTRO DEL FONDO

EL MINISTRO DEL FONDO

EL MINISTRO DEL FONDO 

                                   De Cristina a sus íntimos

En estos momentos de ejercicio de la Presidencia de Cristina, a raíz de la gira europea de Alberto, suena entre los más allegados, la frase que expresara respecto a la calificación que le merece el Ministro de Economía, Martín Guzman: “…Es el Ministro del Fondo…”

Pocos días de permanencia le quedan al atribulado Ministro que, antes de partir en la comitiva presidencial, descargara declaraciones en torno a la política tarifaria pretendida en las críticas que recibiera, a la cual la considera como una defensa descarada de los ricos.

Como para que no queden dudas, de la definición, suerte y destino de la política en materia de tarifas de los servicios públicos, el Partido Justicialista de la Provincia de Buenos Aires (P.J.), con Máximo de nuevo presidente, pero impedido de asumir ante la existencia de los mandatos vigentes de sus antecesores – por cierto obstinados en abstenerse de cualquier renuncia anticipada – acaba de emitir un comunicado oficial.

En el mismo queda establecido que: “…La Argentina de los tarifazos quedó atrás…”.

Unico destinatario de dicha expresión: el Ministro doliente y padeciente “in extremis”.

El Senado acaba de propiciar un destino exclusivo, para gasto social, de los fondos destinados por el F.M.I. en materia de desembolsos, evitando toda derivación de sus montos hacia los pagos de la deuda externa.

La Cancillería embate contra las calificadas “desmesuras” y “excesos” en el uso de la fuerza por el agredido Estado de Israel, en sus actos de legítima defensa ante la incursión terrorista de Hamas, y evita toda condena al extremismo insurgente.

Lentamente, pero en forma sucesiva y sistemática, el cerco se extiende a la figura del Presidente Nominado.

Avanza la idea de que “Cualquier cosa”  es mejor que la posible ruptura que los conduzca al llano y lejos de los cobijos del poder.

La dualidad patética entre “El Presidente Designado”, enmarcado en su estructura de poder formal y la dueña de los votos, en el ejercicio del poder político real, nos conduce al realismo mágico de que, en efecto, “Cualquier cosa es posible y probable”.

La inflación descontrolada; la emisión monetaria imparable; el dólar planchado con maniobras artificales; los precios extraordinarios de las comodities – otra vez el “yuyo” que asiste de forma increíble -; la política económica en ciernes con la salida de la heterodoxia razonable actual;  la aventura del kircherismo en estado puro; la evoluciòn de la pandemia ante el desamparo del plan vacunatorio; presentan un escenario delirante aún para el militante más optimista.

La última amenaza instalada en la sala ministerial ha sido: “…No se irá cuando el decida, sino en el momento en que nosotros lo hagamos…”

Alberto está solo y espera. No tiene capacidad, ni actitud de reacción ante semejante embate.

Estamos en las vísperas de días siniestros que ponen en alerta y deseperanza hasta los más pintados y caracterizados simpatizantes de la causa oficial.

Solamente los fanáticos acompañan hasta el cementerio.

Aún en este caso, llegan hasta la entrada.