SIN REMEDIOS
Argentina es un país singular. No encaja en la media de las naciones modernas, democráticas, republicanas con economía libre y estable, consolidadas en la alternancia de la administración y gestión del gobierno.
En el enojo, desasosiego y desesperanza, la mayoría cruza sin reparos de un gobierno intervencionista, regulatorio, con despliegues que limitan la actividad privada, sin escalas, a otro de libre mercado que aborrece toda presencia estatal y encara una afiebrada persecución del equilibrio fiscal sin penas ni glorias.
Ahora la macroeconomía es todo y el sacrificio de la microeconomía es una cuestión menor que deberán resolver a su antojo los empresarios y consumidores.
Tanto Cristina como Javier comparten la cristalización de una grieta pero con diferentes matices.
El que no esta con ellos es un enemigo al que hay que descalificar y combatir por cualquier medio.
Es una técnica que los identifica por igual.
Javier ha utilizado la agresión y el método insultante como camino de construcción política y vaya si le ha dado resultado partiendo de la nada y arribando a la presidencia.
No ceja en ese empeño y aún lo practica en el ámbito internacional con enfrentamientos innecesarios que llevan el clima al paroxismo ante el gobierno español.
Los emisarios que pretenden acuerdos y consensos mínimos fracasan sucesivamente y la sequía absoluta de leyes le permite insistir y persistir en el enfrentaniebto hostil, perseverante, derivando el gobierno exclusivamente a tiro de Decretos y Resoluciones.
Las próximas elecciones parlamentarias en la Comunidad Económica Europea y en EEUU le brindan un marco propicio para los excesos y los desbordes por la incipiente primacía de la derecha según las encuestas y estadísticas.
No hay cambios en sus posturas de campaña y su gestión de gobierno.
Escala como un personaje singular y atípico en el ámbito internacional.
Sus intervenciones se deslizan entre las alternativas de una indescifrable y misteriosa cuestión de desbordes emocionales o una táctica política pensada en el mediano y largo plazo con un costoso sacrificio de la cotidiana realidad diaria por un período incierto y de muy dudosa estimación.
El Presidente es un personaje muy dificil de descifrar. No se corresponde con los moldes tradicionales ya que indudablemente no es un político de ninguna especie.
Se trata de un economista, obsesivo, persistente, con un verbo inflamado que no trepida en el uso de la palabra erosiva, agresiva e insultante pero muy atento a un público que lo escucha con atención y devoción.
Carece de ambiciones personales y se considera iluminado para acometer una empresa fundacional.
Es un personaje muy peligroso para el orden establecido que lo mira entre el asombro y el desprecio.
La pregunta que define su futuro es que tanta paciencia tendrá la sociedad para sortear estos tiempos dificiles, de ajuste y limitaciones severas.
El Presidente es tal cual se presentó en la campaña y el poder no lo ha cambiado, por el contrario ha potenciado sus excesos y desmesuras, pero ello siempre ha formado parte de su capital más preciado.
No hay lugar para los cuerdos.
Tampoco para un país normal.