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CURIOSO PAIS

CURIOSO PAÍS

            Asistimos pasmados a la convocatoria de una marcha contra la Corte Suprema de Justicia de la Nación con el objetivo de promover la remoción de sus integrantes y provocar un vacío que permita la integración con candidatos afines al partido gobernante.

            La curiosidad extrema es que la iniciativa le pertenece a conocidas figuras públicas condenadas con sentencias firmes y de cumplimiento efectivo por hechos de violencia contra las instituciones y de corrupción  política en la forma más patética y grosera.

            Luis D´Elia y Amado Boudou son personajes rimbonbantes del ala extrema de la coalición gobernante, muy urgidos por la decadente perfomance electoral y la pérdida de espacios y expectativas de poder.

            La escasa relevancia los obliga a emprender la marcha para ganar consideración y no perder futuro en su espacio.

            La conjunción de sindicalistas históricos (con la expresa negativa de la C.G.T, cuya consigna es no marchar contra las instituciones) y extremistas furiosos y políticos corruptos, reciben la complicidad presidencial y el aval expreso del Secretario de Justicia de la Naciòn, para emprender la fechoría.

            Es muy dificil ponderar las decisiones del Presidente y mucho peor si se cotejan con sus antecedentes y expresiones precedentes.

            La contradicción habita en su seno y siempre se hace presente en los momentos álgidos.

            Curioso abogado y supuesto profesor de derecho, Alberto, olvida fácilmente los conceptos básicos del Estado de Derecho.

            Presume de sus principios, pero siempre tiene a mano algunos otros para la eventual ocasión (Groucho Marx dixit).

            Los discursos del acto serán reemplazados por la lectura de un documento que evite el calor del momento y el entusiasmo militante.

            Concurre otra curiosidad y es que, al menos dos de los integrantes de la Corte Suprema, tienen su origen y trayectoria destacada en el peronismo, sin otro reparo que abandonar un cargo ministerial del poder ejecutivo, uno de ellos, por diferencias en los métodos y los modos con el entonces Presidente Néstor Kirchner.

            El Máximo Tribunal ha ganado respeto, consideración, estima y credibilidad en el ámbito democrático y republicano.

            No así en el Cristinismo, que no obtiene respuesta a los múltiples Recursos Extraordinarios presentados contra decisiones que no constituyen sentencias definitivas y por lo tanto no abren, en la jurisprudencia histórica y tradicional, el camino para el tratamiento por la Corte Suprema.

            Es vital en el proyecto político oficial consolidar un poder hegemónico que permita convalidar procedimientos y actos ante el decaimiento en las expectativas electorales que arriman las certezas del descontento social mayoritario.

            Ganar la calle es esencial para la militancia y el ala extrema, ahora invitada incluso a festejar hasta las derrotas electorales.

            El acto convodado consuma un disparate en términos institucionales y es un buen aliciente y contribución  para los sectores independientes, moderados, democráticos y republicanos, dando cuenta de la realidad de un gobierno y su expresión política.

            El Presidente, con los retazos de su condición de abogado, es ganado por las necesidades y urgencias políticas, pierde el rumbo, se identifica y se entrega incondicionalmente a su mentora.

            Curioso país en que los jueces de la Corte Suprema de Justicia son rescatados como propiedad del gobierno de turno.

            En estas manos no tenemos ningún remedio.

            Otro grave error es la convocatoria a una contramarcha.

            El orden jurídico e institucional no se dirime en la calle.

            El disparate no consiente, ni legitima una respuesta similar.

            Curiosidades de un país que no puede consolidar el equilibrio y la alternancia

Pacífica y confiable.

            Persiste en los gobernantes solamente el corto plazo.