/DIÁLOGOS, ACUERDOS Y CONSENSOS PARA MANTENERSE EN EL PODER

DIÁLOGOS, ACUERDOS Y CONSENSOS PARA MANTENERSE EN EL PODER

DIÁLOGO, ACUERDOS Y CONSENSOS PARA MANTENERSE EN EL PODER.

            Por un lado, el enfrentamiento, la descalificación, la grieta como recurso para sostener un método de construcción política.

            La lucha contra el otro y nunca con el otro, como instrumento de acción para identificarse por oposición y negación.

            No obstante, en estos días, podemos constatar, con rareza y curiosidad la instalación de un clima de diálogos, acuerdos y consensos, pero exclusivamente con un objetivo claro, concreto y determinado.

            Existe un tema que se extiende en el oficialismo y la oposición como materia de preocupación y desvelos.

            En el oficialismo y amplios sectores opositores, como pensamiento mayoritario de ambas Corporaciones, no se registran diferencias en torno a la necesidad de garantizar la reelección de los Intendentes en la Provincia de Buenos Aires.

            Los límites impuestos en el histórico proyecto encauzado por la entonces gobernadora María Eugenia Vidal y Sergio Massa, a la reelección eterna de los Intendentes, naufraga con trucos reglamentarios y cambios urgidos por los afectados.

            Axel, estrujado por Cristina, cede sus ambiciones (al menos transitoriamente) de pretender participar en el convite de aspirante presidencial y se refugia en la Provincia, cerrando acuerdos con los “Barones del Conurbano”, quienes tomaron el gobierno e intentando la construcción de consensos con la oposición.

            Ha puesto en oferta sillones con vacantes en el Directorio del Banco de la Provincia y la Suprema Corte de Justicia, para alcanzar la sanción del Presupuesto y otros entuertos.

            El pretendido acuerdo conlleva el reparto de fondos a los Municipios, motivo por el cual los representantes locales tendrán instrucciones de sus jefes distritales para acompañar la iniciativa, aún con fuegos de artificio y escaramuzas ocasionales.

            Es un repliegue táctico para ordenar la gestión y buscar la futura reelección local.

            El “Estate Quieto” propinado por Cristina, la certeza que la oposición no escala mas allá del 40% del electorado en este ámbito, la fuga de los votos libertarios, le informan que la nueva aventura personal tiene pronósticos favorables.

            Las posibilidades presidenciales son más delicadas e inciertas.

            A la amplia interna abierta convocada por Alberto, debe sumarse el escaso volumen de la colecta de los votos nacionales, circunstancias que concurren para cerrar filas en Buenos Aires, como refugio militante y de caja para los sufridos compañeros.

            Los nuevos y apreciados objetivos vienen, necesariamente, vinculados con la posibilidad de encauzar la “suerte” de los históricos “Barones del Conurbano”, perturbados en sus ansias reeleccionistas indefinidas.

            Una nueva elección es el deseo compartido por Intendentes opositores, afectados por la misma norma legal.

            La herramienta que los libere del cruel yugo democrático les impide perpetuar sus aspiraciones como líderes municipales “ad eternum”.

            La coincidencia de la denominada “Casta Política” (Milei dixit) los encuentra celebrando en pleno diálogo, con la búsqueda de consensos para las mutuas necesidades y poniendo de manifiesto, en forma expresa y patente, que cuando les afectan sus privilegios y prebendas, rápidamente encuentran los medios y modos para acudir en defensa propia, de modo uniforme y prácticamente unánime.

            Los intereses sectoriales, las mutuas y recíprocas necesesidades, superan, por escándalo, las diferencias y la grieta.

            No les importa en absoluto la crítica y la descalificación, concientes que el enojo tributa  temporariamente en los medios, pero luego, seguramente, otro escándalo hará mella en el el presente y así continuará el juego en el cual los políticos siempre tienen las mejores cartas.

            El común de la gente constata en forma indubitable y fehaciente que los acuerdos están prestos para el reparto del poder y sus negocios.

            El otro mezquino diálogo presente en estos días, se refiere a la Convocatoria Presidencial para el Nuevo Consenso Fiscal, cuyo objetivo y destino consiste en legitimar la creación de nuevos impuestos y la suba de las alícuotas de los vigentes.

            Varios gobernadores opositores, víctimas de sus necesidades fiscales, garantizan la concurrencia y en soledad se inmola Rodriguez Larreta, al amparo de sus demandas en la Corte Suprema de Justicia de la Nación por las quitas en coparticipación federal.

El Alcalde porteño se entroniza en la promesa electoral de no subir los impuestos, claramente en un tono de candidato al próximo evento mayor.

            Una vez más la revisión del Gasto Público, consuma su ausencia de la gestión oficial y todo se centra en aumentar la presión impositiva.

            La provocación del consumo popular a fuerza de bonos y asistencia estatal, con origen en emisión monetaria e impuestos a la clase media, es un boleto de ida hasta la puerta del cementerio, sitio en el cual Cristina retomará el relato militante y la crítica furiosa.

            Los “Idus de Marzo” tendrán como corolario, al menos, la reprogramación de la deuda con el F.M.I., ya que se registran vencimientos impagables en dicho mes, y la coalición oficial pondrá sus mejores definiciones con posiciones multicolores ante un evento de tintes oscuros.

            Alberto no cesa en la ostensible construcción de su propia decadencia, sistemáticamente, sin pausas ni desmayos.

            La clase política, en forma cruel y patética, demuestra que tiene intereses recíprocos distintos del ciudadano común y concurre a despejarlos sin diferencias.

            Mantenese en el poder es la premisa de la dirigencia política y todos corren al unísono con ese destino.

            Tras esos objetivos, reelección y ampliación de la caja, hay diálogo y construcción de acuerdos y consensos.

            Se materializa a la vista de todos y con absoluta impunidad.

            El resultado, indudablemente, es el crecimiento de las opciones antisistema, por uno u otro lado del espectro político.

            La mesa esta servida, para el deleite y el desplume de la izquierda y los libertarios.

            La obscenidad y el escándalo brillan en su esplendor.