/ALBERTO Y EL SINDROME DEL PATO RENGO

ALBERTO Y EL SINDROME DEL PATO RENGO

ALBERTO Y EL SINDROME DEL PATO RENGO

            Urgido por las imperiosas necesidades de mantener la unidad en la coalición gobernante, Alberto acaba de anunciar sus aspiraciones para la reeleccón de un nuevo período de gobierno.

            Atosigado por Cristina y Máximo, brinda notables caracterizaciones de unidad y coherencia en las decisiones, pero teme las futuras perspectivas en su condición de “Pato Rengo” y apela a la continuidad para concentrar las diferencias en el seno del Frente de Todos y ubicarse como el garante máximo de la Unidad de la Coalición Oficial.

            Cristina aprendió, ante la cruda realidad electoral, que debe apelar a mantener su electorado fiel e incondicional, dejando la tarea de ampliar la base a los socios circunstanciales, duramente apremiados por el desgaste y el descontento.

            El conglomerado militante que la entroniza se radicaliza pero se limita en términos de porcentaje de votantes.

            Hay que extremar las acciones contra el enemigo externo y estrechar filas en abierto combate contra el F.M.I.

            Es una imperiosa necesidad política para amalgamar el universo y dejar de perder por izquierda.

            Ambas coaliciones tienen enemigos crecientes, por un lado el avance de los sectores progresistas de la izquierda y por el otro, Milei, Espert y las figuras de los “libertarios”.

            Alberto, tiene la tarea de detener y ordenar la dispersión peronista y la ejecución de la misma ha sido encomendada al ahora silencioso Jefe de Gabinete, Juan Manzur. 

            Simpático e hiperactivo, tendrá que nadar en las tribus peronistas e integrar el interior disperso con el conurbano cautivo.

            El problema es y será la economía y las contradicciones del Ministro de la Duda y de la Deuda.

            Las sucesivas postergaciones tendrán un límite y de ninguna manera el F.M.I. prestará consentimiento al pretendido diferimiento del pago de los vencimientos para el próximo gobierno.

            Seguramente en marzo tendrán que poner las cartas en la mesa y acordar un programa para evitar el Default.

            En dicho contexto, Alberto extrema el optimismo y entroniza a Macri como su enemigo exclusivo y excluyente.

            El Pato Rengo o Cojo es una expresión del inglés, “Lame Duck”, denominación atribuída a alguién en un cargo electivo, cuando se aproxima la fecha de dejarlo y no aspira a la sucesión.

            No registra expectativas  y su imagen se encuentra derrumbada, traspié con el que se asocia a Sergio Massa, reciente perdedor hasta en su propio terruño.

            Sin control en las Cámaras, escasa credibilidad, la única opción es un pronto arreglo con el F.M.I y un relato racional y consistente.

            El diálogo y el consenso son extraños a las aventuras Cristinistas.

            Alberto debe confrontar con la figura del Pato Rengo y dejar de alzar la voz, evitar engañar y amenazar.

            En la intimidad, el limitado porcentaje de los votos cosechados, en el ámbito nacional, suena a una dificultad política extrema y es imprescindible terminar de postergar un programa económico coherente para evitar un colapso de gravísimas consecuencias.

            Poner dinero en la calle es un remedio circunstancial, pero de evolución y progresión, al menos, incierta y peligrosa.

            El criterio de “Vamos Viendo” se acerca a un final anunciado, imprevisto e imprevisible.

            Los sectores medios, una vez más prisioneros de un consumo ocasional, con pérdida real y sistemática de la calidad y condiciones de vida.

            El peronismo se concentra en sus necesidades políticas, olvida el contexto y el futuro.

            Las urgencias renuncian al porvenir.