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CORONANDO EL EXTRAVÍO

CORONANDO EL EXTRAVÍO

El 14 de julio, en plena pandemia, con lluvia de restricciones, limitaciones a los derechos individuales, gestos y palabras severas para los que pudieran incumplir las medidas extremas, el Presidente acompañaba los festejos, por el cumpleaños de su esposa, mientras visitaban la residencia de Olivos varias personas de la amistad personal de su mujer, invitados expresamente para el agasajo.

Ya no se trata de las visitas de personajes de la farándula que motivaron otras observaciones y críticas, sino que ahora las fotos, repartidas a los medios,  por alguna mano amiga, revelan un festejo íntimo de la pareja presidencial, en grupo, sin distancia social y tampoco barbijos.

El riguroso silencio “stampa” mientras se verificaba la legitimidad de las fotografías circulantes o su eventual montaje, concluye con las palabras de Santiago Cafiero y del propio Presidente, quienes reconocen la existencia del evento social y el equívoco en que incurrieron.

Ambos admiten que “se cometió un error” y que el festejo en Olivos “no debería haber pasado” y “estuvo mal”.

Indudablemente, las fotografías dan cuenta, claramente, que no se trata de una reunión de trabajo, sino festejos privados expresamente prohibidos por las normas sancionadas por el propio Presidente.

El grupo de festejantes incurre en la violación de los protocolos sanitarios y configuran una burla grotesca y grosera, que desprecia la responsabilidad y el recogimiento de los ciudadanos.

Es un grupo que disfruta los excesos y desvíos del Jerarca, ajeno a los límites y las normas que rigen al común.

La residencia presidencial se constituye en un ámbito festivo y reservado para los “amigos del poder”. que gozan de exclusividades y privilegios.

Es tan grosera la falta, que hasta el propio “Relator” del “Relato”, Víctor Hugo Morales, en su columna de radio censuró la conducta.

Del mismo modo, Roberto Navarro, criticó las visitas y la falta de ejemplo de la investidura presidencial.

Alberto, no solamente tiene la responsabilidad de dar el ejemplo, sino que, simplemente, cometió una grave falta de las normas que debe ser sancionada.

Las disculpas no son suficientes y el doble discurso merece castigo.

El ciudadano común fue privado de las más elementales garantías.

Derechos básicos fueron restringidos y el Presidente se libera de toda responsabilidad y culpa simplemente con una disculpa.

Pierde toda legitimidad moral para dirigirse a los ciudadanos.

Es un acto que avergüenza, a la par que el desparpajo con el que pretenden salir del tema.

Limitaron los derechos de los ciudadanos, pero ellos no cumplen las normas de sujeción.

Curioso Status Jurídico de la pareja presidencial, mientras el común se sujeta a la ley, advertida con un discurso vigoroso y exigente, ellos gozan de inmunidad para acometer los excesos y desplantes del sistema legal.

Alberto se pierde en la falta de credibilidad y la carencia de legitimidad.

Siempre tiene a mano un discurso oportuno y conveniente, pero vacío de contenido sustancial.

Ha llevado las cosas a un estado, de tal estropicio, que no puede superarse.

Ha configurado una situación que rebasa los límites de lo razonable.

Probablemente se sienta soberano o padezca mareos de altura.

Las normas pandémicas establecen puntualmente sanciones para conductas de semejante especie.

Actuar con impunidad significa que las acciones del Presidente no tienen consecuencias.

Debe haber investigación y castigo para las conductas infractoras.

Así se ha hecho y se hace con el común de los ciudadanos.

No hay ninguna razón, ni motivo para que la pareja presidencial no merezca sanciones, como organizadores y responsables del evento, a la par que los concurrentes y cada uno en el grado en que aparezca comprobada la infracción y su pertinente imputación.

El Presidente no es ejemplo de nada.

Es producto de un suceso inesperado e imprevisible y no esta a la altura de las circunstancias.