/SIN CASA ROSADA, NO HAY PARAISO

SIN CASA ROSADA, NO HAY PARAISO

SIN CASA ROSADA, NO HAY PARAISO

            Alberto no pudo tener balcón con festejos futboleros, por razones de indudable prevención sanitaria, pero también fue privado de la visita triunfante de los héroes del Maracaná.

Injusto castigo para un histórico simpatizante del juego, víctima de la prudencia y sensatez de los jugadores que no se prestaron al uso y a los artilugios de las picardías políticas.

Con el antecedente necrófilo del velorio De Diego Maradona y la convocatoria al diálogo de los barras bravas propiciada, en aquella oportunidad, en la explanada de la Casa Rosada, el Presidente tiene antecedentes suficientes para reclamar una fugaz visita, con fotos y saludos, por parte del elenco estelar que triunfó en forma brillante en tierras cariocas.

Cruel realidad en la que todos se le animan, pintada con un silencio conjunto que arroja sospechas sobre el origen de tan desvelada y fatal fortuna.

No hay postales del momento, con la copa alzada y sonrisas y abrazos múltiples.

Brotan cantos, saludos irónicos, despectivos y burlones de los jugadores a los periodistas y expresiones “Maradoneanas” del más elevado tono de un Messi, en éxtasis, despojado de moderación, con clarísima alusión a los que la tienen adentro.

El Presidente, testigo absorto de una epopeya deportiva, con condimentos épicos, distante, solitario y carente del contacto directo con los gestores de la proeza.

Mezcla de factores enojosos que derivan en la inmediata vuelta, sin escalas, a sus entornos familiares y evitan, razonablemente, un festejo completamente innecesario.

Malas noticias para quién viene castigado, en especial por el fuego amigo, al recibir el embate de Máximo con la advertencia, en la sesión de la Cámara de Diputados, “…Si un laboratorio nos obligó a cambiar todo el andamiaje, como vamos a hacer con el F.M.I…”.

Es un error conceptual advertir que fue un Laboratorio el causante del DNU que modifica la regulación legal de las vacunas.

El responsable es el fracaso de la estrategia geopolítica vacunatoria del gobierno, asentada en el eje Ruso-Chino y la imperiosa necesidad de disponer de las inoculaciones provenientes de los Laboratorios de EEUU para afrontar la tragedia en ciernes.

Rusia no es que retacea, solamente, la entrega de las vacunas, lo que es peor, omite información adecuada y certezas.

Suma recórds pandémicos, en su gestión sanitaria local, y arroja al país en un marco de incertidumbre, sin perspectivas más que confusión, silencio penoso y culposo.

El Presidente, desde Tucumán, replica que no claudica ante los laboratorios y los acreedores.

Cultor de un relato apagado, tribunas raleadas y críticas soterradas, intenta responder y correr hacia delante, sin saber muy bien adonde ir.

Toma forma la identidad propuesta para la campaña electoral, al anunciar la Jefa el viraje a la “Epica” y a los “Días felices de los gobiernos Cristinistas”.

Empiezan las rondas de candidatos, pero sin bendiciones apresuradas y decisiones finales reservadas para el filo del cierre de listas.

Mauricio, padeciente del acoso al negocio familiar, en las vísperas de la acometida sobre Socma (Sociedades Macri), debe recordar el error en que incurriera su padre, Franco Macri, al no aceptar la doble propuesta del entonces Secretario de Comercio, Guillermo Moreno, respecto al Correo.

Espetó, en su momento, en una reunión personal entre ambos, la noticia sin reparos; “No me reclames nada” y “No me debes nada”.

A veces un buen negocio es, simplemente, no perder.

Mal acostumbrado a que, siempre, la suerte le fuera favorable, en los negocios con el Estado, Franco, rechazó la propuesta, apegado a la máxima empresaria que: siempre hay que ganar.

El empate era un muy buen resultado. 

Encandilado por otros juegos, perdió noción del momento y la oportunidad.

Soplan vientos de tormentas y tempestades.

A las penurias judiciales familiares, se suman cuesiones penales de distinto género y ahora inauguran la etapa de reyertas internacionales, con la denuncia del envío de armamento a Bolivia.

Las desventuras igualan los padecimientos de Mauricio y Cristina.

En algún momento deberán mirarse directamente a las caras y conversar sobre ellas.

Es bueno que también lo hagan de las cuestiones políticas.

Recordando el poema “Buenos Aires”, de Jorge Luis Borges: No los une el amor, sino el espanto.