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CLASE MAGISTRAL

CLASE MAGISTRAL

            La reciente corrida cambiaria ha dejado incertidumbre pero también certezas.

            La figura del Presidente, despejada la posibilidad de la aspiración reelecionista, colapsa ante el emergente de un Primer Ministro en los hechos y la práctica concreta de una gestión demacrada y castigada a ultranza.

            En efecto, el Ministro de Economía toma la iniciativa y emprende las negociaciones directas con EEUU y el F.M.I. y la coalición de gobierno prácticamente ata su suerte y destino al resultado del emprendimiento personal y las ambiciones ilimitadas del novel abogado.

            En dicho marco, la promocionada y autodenominada “Clase Magistral” abre las esperanzas de los fieles en torno a una “Cristina” candidada con unificación y precisión en la propuesta.

            El operativo clamor tras la figura indiscutible para unificar la oferta y bendecir a los acólitos e incondicionales no encuentra anclaje en la respuesta de la líder, ya que sus posturas evaden semejante compromiso.

            Hay distintas sintonías en la iniciativa, el planteo y la devolución ofertada en la palabra expuesta en el evento.

            No se advierte decisión favorable al reclamo de la militancia.

            Todo fluye con otros rumbos pero la iniciativa se sostiene en la esperanza de un cambio de opinión repentino.

            Progresa de manera constante la insistencia y se acortan los tiempos para la toma de decisiones estratégicas en materia electoral.

            La gran novedad advertida como noticia expresa consiste en la entronización del nuevo enemigo perfecto.

            Cristina sube al ring al contrincante menos pensado.

            El desfachatado aspirante que controvierte e interpela con descaro, formas, lenguaje rockero, desenfado e ímpetu extremo a la política tradicional, es promovido por tal iniciativa al escenario principal.

            La Jefa asume por sus propios dichos el combate a la denominada “casta”, se burla de los supuestos temores endilgados y controvierte al escandaloso personaje.

            Muy agradecido, el controversial aventurero apura el convite y descarga sus ínfulas para el deleite de sus tropas.

            De apuro, la cupula del PRO ensaya reuniones para vender unidad sin disputas y despabila en la incredulidad de la nueva construcción del enemigo indispensable para hacer viable el relato oficial.

            Sin mayores consignas novedosas transcurre el discurso magistral que entretiene a sus fieles y convoca a la ovación y el aplauso sostenido.

            El acérrimo liberal disfruta con el bálsamo de identidad recibido, celebra, festeja la nota destacada, distinta, novedosa de la clase señalada.

            El resto, progresa en un mar de dudas, muy pocas certezas y vuelta a los baúles para bucear en inventivas y propuestas singulares.

            No mucho mas que gritos, fervor y aplausos de los incondicionales.

            El temor acecha y las paradojas abundan.

            La clase magistral no despeja el desconcierto.