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EL ORDEN REVOLUCIONARIO

EL ORDEN INTERNO ES UN ORDEN REVOLUCIONARIO

            Cristina, con desesperación, angustia, plagada por las promesas incumplidas de su delegado presidencial en materia judicial y estragada por una crisis económica social sin futuro, persiste en las enseñanzas de Ernesto Laclau y acomete con furia por la razón populista.

            La teoría del antagonismo y el poder hegemónico la ilustra sobre el pueblo que representa y los enemigos que representan los jueces y los medios de comunicación.

            Urgida por sus penurias procesales, acomete furiosamente contra la Corte Suprema de Justicia de la Nación y embarca al peronismo en una nueva aventura legislativa que instala un debate alejado de las necesidades y urgencias reales de la gente.

            El alegato agresivo, insultante esta destinado a los feligreses y a la militancia, necesitada del relato y del fervor que sostenga las consignas azotadas por la gravedad de la crisis económica social.

            El discurso y los métodos, claramente demostrativos de la progresiva anulación de los contenidos democráticos, se embarca sin fisuras en un “autoritarismo unipersonal en el que solo rige la voluntad del líder”.

            El peronismo se refugia en el silencio y consiente por omisión el procedimiento y los métodos.

            El supuesto llamado al diálogo cae abruptamente ante el impacto de los acontecimientos propiciados.

            Elige cerrar el colectivo de la coalición con las filas de sus incondicionales.

            Simultáneamente, abre el debate para suspender las PASO y jugar todas las cartas a una elección con pronóstico altamente desfavorable y sin remedios.

            Alista la lapicera para ordenar las listas de candidatos y concentra los esfuerzos para dar batalla en la Provincia de Buenos Aires.

            No obstante, se encuentra a tiro de un bien histórico, recurrente y preciado en las filas peronistas, que es la traición, pero no emerge figura alguna que pueda convocar una postura disidente de su andar hegemónico.

            Ha perdido las últimas elecciones de 2015, 2017, 2021 y ganado con una criatura ingeniosa las del 2019, pero el experimento se encuentra agotado, rechazado y en los márgenes de popularidad mas bajos.

            El populismo sin recursos conduce inexorablemente a un empobrecimiento masivo, con los sectores medios como víctimas principales.

            La crispación política que la domina la lleva al refugio en sus incondicionales y la pérdida del aporte de los moderados e independientes.

            La desazón generalizada aumenta el rechazo a la clase política y permite el crecimientos de las expresiones extremas.

            Ante la inevitabilidad del avance de sus causas judiciales y las falsas promesas del escudero, profesor de derecho e incierto abogado, opta por dinamitar el discurso y comprometer al peronismo en su aventura revolucionaria.

            Las dificultades en la unidad de la oposición encuentran un campo fecundo en el discurso inflamado y el embate contra la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

            Construye un escenario para la unificación del discurso y un cauce para disputar el conflicto.

            La batalla por la Corte Suprema de Justicia de la Nación debe ser el estandarte para cohesionar el rechazo de la ideología dominante en el pensamiento único oficial.

            Malas noticias para Massa que necesita tranquilidad y consensos para sostener su política de ajuste.

            La inflación y el deteriorro salarial continuarán su marcha fatal y el debate estará muy lejos de las necesidades de la gente.

            Cristina, en su desesperación, conduce hacia un escenario muy auspicioso para la oposición.

            Instala, una vez más, el conflicto y la lucha contra el otro como un método de acción política, pero ahora la impulsan sus urgencias y necesidades personales.

            Por nuestra parte, como la inmensa mayoría, solamente anhelamos un país normal.