/INESCRUPULOSOS E INSENSATOS TURISTAS

INESCRUPULOSOS E INSENSATOS TURISTAS

INESCRUPULOSOS E INSENSATOS TURISTAS

            El presidente, en un nuevo rapto de discurso moderado, equilibrado y respeto, emprende una aventura diálectica contra los ciudadanos que osan viajar al exterior.

            En su empobrecida visión del encierro y ostracismo local, acomete con el verbo inflamado en un furioso ataque a la especulación ambiciosa y las ansias viajeras de los argentinos.

            Sentencia, sin vueltas ni rodeos, que “…los turistas compran dólares para viajar y hacer subir el blue…”.

            Descalifica la actitud extrema, sesgada con dejos especulativos y cruel malicia.

            Egoistas que no aprenden las bondades del terruño y aspiran a viajar como en los paises normales.

            En definitiva, desafían la aventura populista, construida en el fragor revolucionario de los ideales cubanos, venezolanos, donde solamente los jerarcas tienen legítimas aspiraciones viajeras.

            El resto, a gozar de los senderos locales.

            Enamorado de las encerronas para la castigada clase media se enmarca en los modelos aspiracionales de las aventuras totalitarias.

            Marca un tiempo de vivir con lo nuestro y fronteras adentro.

            Silvina Batakis consolida el proyecto anunciado con la implementación de mayores impuestos a los extraviados aspirantes a cambiar el escenario y la geografía.

            El gobierno, encaminado hacia la ruina, propone paradas intermedias con restricciones y limitaciones para progresar en el empobrecimiento perpetuo y general.

            Las medidas denotan desesperación, extravío, inconsistencia y extreman en la asignación de culpas especulativas a los desventurados turistas.

            La inventiva se desbarranca en el absurdo y demuestra impotencia y desesperación.

            Ahora, el paseo en el vecindario les permitirá ahorrar divisas.

            Patética y cruel expresión de inconsistencia e ineptitud manifiesta.

            Limitar el gasto turístico compulsivo es una medida popular y revolucionaria, justificada en el insólito presente, que refleja en forma patente la pérdida del rumbo, incertidumbre y desconcierto.

            Es casi una ocurrencia de la sinrazón y un combate a las  hormigas atrincherado, parapetado y armado  con escopetas.

            Es hora que los despiadados viajeros vean limitadas sus salidas para permitir el ansiado  equilibrio de la balanza externa.

            Simpática y divertida, la medida denota con crueldad el nivel y jerarquía del gobernante.

            Hay que pasear por la vecindad y pedirle consejos al “Chavo del 8”.