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CAMBIO DE MINISTRO, DE PLANES O DEL PRESIDENTE

CAMBIO DE MINISTRO, DE PLANES O DEL PRESIDENTE

“La fase moderada del gobierno ha llegado a su fin”

                                                                 Andrés “Cuervo” Larroque

                        Horas antes que el Ministro de Economía Martín Guzmán anunciara por Twitter su renuncia al cargo, uno de los voceros predilectos de Cristina, Andrés Larroque destacaba el final de la fase moderada del gobierno.

                        El funcionario saliente, criticado y hostigado prácticamente por todos los sectores de la coalición gobernante, en momentos que Cristina hablaba en público, con otro de sus clásicos embates a la figura presidencial, en simultáneo, comunicaba su salida del gobierno de manera indeclinable.

                        Es el fin del frustrado experimento político que permitió el triunfo en las elecciones presidenciales, pero que colapsó en la gestión del gobierno.

                        La inminencia del derrumbe es de tal magnitud que Cristina se ha reunido con Carlos Melconian, economista clásico liberal y ex funcionario del gobierno de Mauricio Macri, pronunciándose por una convocatoria a la oposición para acordar políticas básicas y consenso en medidas fundamentales para ordenar el desequilibrio de la economía.

                        En el fragor de los desencuentros, esta decisión ha pasado inadvertida.

                        El Presidente, en la más absoluta soledad, construida con obstinada paciencia y reiterados equívocos, carece de margen para proyectar un gobierno.

                        Sus contradicciones, marchas y contramarchas lo han dejado prácticamente con el solitario apoyo de los movimientos sociales beneficiados en forma directa por los planes administrados por sus dirigentes devenidos en funcionarios y hábiles gestores del reparto monopólico.

                        Los gobernadores, intendentes y dirigentes sindicales vuelven con Cristina al amparo de la única figura oficial que mantiene su caudal electoral, adorada por militantes y fieles incondicionales.

                        El peronismo en general se suma en una diáspora producto de la debacle económica y la vice presidenta se constituye, con sus limitaciones, en la líder que garantiza la unidad y la recomposición de la mística y el relato.

                        El peronismo no registra ninguna figura que pueda competir en el escenario nacional y Cristina, conciente del desgaste que también la compromete, cuestiona a Alberto y busca refugio en la Provincia de Buenos Aires para rescatar su base de sustentación.

                        No le permitirán a Alberto abandonar el escenario principal. 

                        En unos y otros se ha hecho carne la cruel ironía desplegada por Beatriz Sarlo: “Hay gente que nace para Jefe de Gabinete”.

                        Sergio Massa, con sus sinuosos recorridos, puja por convertirse en la figura posible de un relanzamiento general del gobierno y apuesta a la última de sus chances, que se constituye en una virtual intervención de la gestión y de tal modo encarrilar sus aspiraciones presidenciales.

                        El mensaje de fe y esperanza propiciado por Daniel Scioli no tuvo ecos y los avatares arrastran la onda lanzada por las revistas de actualidad en torno a su pareja y destino.

                        No alcanzaron la lealtad, paciencia y resiliencia y ahora es el tiempo de un viejo enemigo.

Massa cuenta con la aprobación de Cristina para semejante empresa, 

fundamentalmente por necesidad, más que por elección libre y voluntaria.

                        Tiene como espejo la negociación cerrada actualmente por Lula con la centroderecha para mejorar su alianza estratégica y oferta electoral

                        A Massa lo espera la Jefatura de Gabinete para convocar a la oposición o el Ministerio de Economía empoderado y unificado, en lucha franca contra la inflación.

                        Alberto se encuentra con la única y excluyente opción de negociar todo y construir una salida honrosa que le permita culminar el mandato.

                        Es esclavo de su propia incompetencia.

                        El experimento político ha terminado en un fracaso absoluto.

                        Cristina, en el futuro, carece de posibilidades de reiterar propuestas similares y deberá responder al clamor de sus bases que la proponen para aspirar nuevamente a la primera magistratura.

                        No hay espacios para repetir trucos o caminos ingeniosos para convocar a los ingenuos o desprevenidos.

                        Los costos políticos del experimento frustrado tendrán que pagarse en las próximas elecciones.

                        La oposición no puede desentenderse de la situación  e insistir con la formula egoísta que pondera el beneficio electoral al considerar que cuanto peor es mejor.

                        En medio del desmadre económico social deben acordarse políticas básicas con acuerdo parlamentario.

                        Mientras los políticos no logren consensuar y acordar cuestiones fundamentales, con las cuales no debe haber debate ulterior, y postergar las diferencias para el resto de los temas, las crisis serán sucesivas y de consecuencias cada vez peores para la condición económica y social del país.

                        La actualidad del país es el más claro ejemplo de que siempre se puede estar peor.